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Isla de Toas y la promoción turistica

EL Zulia y la Promoción Turística

Isla de Toas: Gracia insular

Foto:Heberto NavaA simple vista se divisa desde el muelle de San Rafael de El Moján. Sus cerros de roca caliza es lo primero que la vista conquista desde lejos; mientras la lancha se acerca, la vegetación xerófila, donde se alzan cujíes, cardones y gigantescas matas de coco y palmeras. Desde adentro se aprecia el pueblo con sus pequeños espacios públicos, tranquilos, además de refrescantes playas, sientala paz que sólo se quebranta con el sonido que emiten los motores de las lanchas y las canoas que llegan hasta el atracadero de isla de Toas, un modesto y gentil pueblo situado en el municipio insular Almirante Padilla.

Es relativamente pequeña en comparación con las de San Carlos y Zapara, sin embargo, posee atractivos naturales y turísticos que pueden capturar la atención de cualquier visitante. Como en casi toda zona costera, el principal sustento de vida de los lugareños es la actividad pesquera, pero las playas, licorerías, las galleras y pequeños abastos o quincallas abundan. La mayoría de la población se concentra en El Toro, que es su centro neurálgico ya que allí está la iglesia Nuestra Señora de Lourdes, la Plaza Bolívar y a sus alrededores fruterías, abastos, licorerías, carnicerías y puestos de teléfonos ambulantes. Para llegar a éste y a otros sectores, desde el muelle se tiene que tomar una camioneta de la denominada Ruta Turística, nuevas, cómodas, con aire acondicionado y llevan a los pasajeros hasta cualquier punto de la isla, a un precio económico. En los 22 kilómetros cuadrados de la isla, se encuentran yacimientos de roca caliza que son explotados por cuatro canteras, con la finalidad de fabricar materiales de construcción. Cemento, granzón y cal, salen de ésta, generando empleo a los lugareños que habitan en los caseríos El Toro, Las Playitas, El Carrizal, El Tapón, Las Malvinas, La Sierrita, Los Médanos, Las Cbeceras, Fuego Vivo, El Campamento, El Toro. Indagando en el pasado Foto:Heberto NavaLos primeros en extraer la roca caliza de la isla con la finalidad de hacer construcciones fueron los españoles, quienes las utilizaron para edificar el castillo de San Carlos y la fortaleza que permanece bajo tierra en Zapara; también en el casco histórico de Maracaibo hay casas e iglesias que se construyeron con la piedra extraída de la isla, como la Catedral, la Casa de la Capitulación y la iglesia Santa Bárbara. Según el historiador, profesor y habitante de la isla, Amado Pereira, el nombre de Toas se lo confirieron los indígenas que inicialmente habitaron esas tierras insulares.Explica que la etnia Los Aliles, que fue la que conformó las tribus Toas y Zapara llamaron a las isla To hú que significa mi ojo en su lengua. La razón es porque la isla posee montículos, desde donde se podían avistar piratas y embarcaciones desconocidas. Para los primeros habitantes, era la parte más alta que se encuentra en la entrada del golfo con el Lago de Maracaibo. Entonces, por medio de señales de humo, se comunicaban las tribus entre las islas de Toas y Zapara para advertir que se acercaban enemigos. Para bañarse, comer y hospedarse Foto:Heberto NavaIsla de Toas posee playas muy tranquilas, ideales para pasar un excelente día en familia. Como muestra de ello están varios balnearios en donde además de bañarse, el visitante puede comer, jugar dominó, bolas criollas y dormir. Por ejemplo, está el centro turístico La Almeja, que lleva 30 años de existencia y está ubicado en el caserío El Carrizal. Allí también se puede hospedar. Posee siete cabañas, todas con baño, televisión y aire acondicionado, además de un restaurante de comidas criollas muy variadas, pero su especialidad es el pescado frito. Las cabañas tienen un costo de Bs. 50 Bs. F. por día y se recomienda llamar para reservar con anticipación; sus teléfonos son: 0416-0168224 y 0416- 2227000. Pregunte por Gerardo o Miríam Almarza. Otro tranquilo balneario es la Playa Yubiana (antiguo cachito) , ubicado en el caserío Las Playitas. Allí puede llegar y disfrutar de su playa, el restaurante y si le provoca, quedarse hasta el otro día, puede hacerlos en sus equipadas cabañas a precios muy accesibles (Bs. 50 Bs. F. Allí cuando la playa empiece a surtir efecto en el estómago, podrá degustar ricos platos como la almeja en coco, el mojito en coco, pescado frito (corvina, lisa y carite), además de parrillas, sopas y servicios de camarones. Abre sus puertas todos los días, a partir de las 9.00 de la mañana hasta la 10.00 de la noche. Si el visitante llega, se baña, come y disfruta, los encargados del centro son Ricardo Almarza (callo) y su esposa Ana Para que vaya Foto:Heberto NavaPara llegar a Toas es necesario trasladarse hasta el muelle de San Rafael de El Moján y tomar una lancha por 2 Bs. F. que lo llevan en 10 minutos. Durante el trayecto se pueden observar a cierta distancia, los inmensos y frondosos de manglares que en sus adyacencias se encuentran.

Virgen de Lourdes Patrona de la Isla de Toas

Todos los 11 de febrero Isla de Toas del municipio Almirante Padilla, celebrará las fiestas en honor a su patrona Nuestra Señora de Lourdes. La bajada de la Virgen se realiza el día 02 de febrero (día de la Virgen de la Candelaria) y desde entonces el pueblo isleño ha expresado su devoción con diversas actividades y misas conmemorando los 103 años de la llegada de la imagen patronal a esta bella isla occidental.

11 de febrero del 2009

el sacerdote Carlos Reyes encargado de la parroquia isleña informó que en la festividad se realizaran también desfiles con la participación del estudiantado isleño y actuación de la banda show de la Virgen de Lourdes. Así mismo el día 10 víspera del día de la Virgen, Maragaita y otros conjuntos musicales le cantarán a la Patrona Isleña como preámbulo a la gran fiesta devocional a La Virgen de Lourdes que el 11 se realizará con la misa solemne a las 6:00 de la tarde, presidida por monseñor Ubaldo Santana, Arzobispo de Maracaibo, para luego iniciar la procesión que recorrerá las calles de Isla de Toas con toda la feligresía que acompañara la Santa Patrona. Luego se realizará una Retreta con música antañona en la Plaza Bolívar de la localidad Insular.

Levi Parra

Por el año 1903, el 23 de junio, en Isla de Toas (hoy Municipio Insular Padilla), la Sra. Georgina Parra dio a luz un niño quien llenaría estas tierras zulianas de la mas alta inspiración, de versos y prosas llenas de amor y romanticismo que quedará por siglos como la identidad de la bella Isla de Toas: Leví Parra.

Desde niño navegaba en canoas y piraguas caleras a Maracaibo y Sur del Lago y a pesar de su precaria educación obtenida de maestros de banco y mesones de la época y de su propia madre, cultivó la lectura de autores como Julio Flores, Pérez Bonalde, Udón Pérez, José Ramón Yépez y otros poetas en boga para entonces, lo que fue convirtiéndolo en un autodidacta, como la mayoría de su generación. Recorrió varios estados del país y algunos lugares fuera de Venezuela (Aruba, Curazao, Colombia) dando rienda suelta a su inspiración, a su voz y a su pluma; creando bellos versos, poemas, bambucos, décimas, pregones, guasas y otros estilos de canciones que expresan lo vigoroso y a la vez romántico de su verso y poesía, dedicada magistralmente al paisaje, al amor y sentimiento por nuestra tierra natal, Isla de Toas. En Aruba escribió “Isla de Toas”: gran inspiración al amor por su terruño, recordación que sale de su alma con tristeza por encontrarse lejos, pero que al cerrar fuerte sus ojos la siente mas cerca y la ve mas junto a él, tal como lo expresaen este tema. En su “Canto a mi Toas”, escrita en Maracaibo, Leví Parra describe con un sentimiento y fuerza que llega al alma, el paisaje isleño en todo su esplendor y elocuencia de pueblo pesquero y tropical; esta pieza interpretada magistralmente por la melodiosa y bella voz de Víctor Alvarado, ha quedado como un himno en el sentimiento zuliano y de Venezuela, de esta hermosa Isla de ensueño: TOAS. “Cinco años” la escribe en la Cárcel Modelo de Maracaibo donde es recluido por atentar contra su vida a raíz de un desengaño amoroso que minó su fortaleza y conduce su vida de bohemio por el camino de la melancolía y la tristeza. Muchas composiciones de nuestro cantor, compositor, declamador y poeta “Isleño” Leví Parra, fueron cantadas y grabadas por Mario Suárez, Lila Morillo, Víctor Alvarado, Julio Jaramillo, entre otros.

Quienes conocimos a Leví Parra de cerca, siempre lo recordaremos luciendo su indumentaria tradicional de Flux, camisa y zapatos blancos, corbata de hayaquita y sombrero de pajilla y con su cuatro, brindando sus canciones, versos y poemas llenos de inspiración y sentimiento hacia el amor a su patria chica Isla de Toas.

El 21 de noviembre de1961 cuando apenas contaba con 58 años envuelto en la pobreza y el olvido, la tuberculosis pulmonar acaba con la vida de este bardo isleño en el Hospital Antituberculoso de Maracaibo.

Como tributo de su tierra y todos sus habitantes, se construyo una plaza en su honor, en el caserio Las Palmitas donde nació y vive por siempre en el corazón de los Toenses.

Municipio Almirante Padilla

Municipio Almirante Padilla

Capital el toro

Alcalde: Ildebrando Ríos

LOCALIZACION Unión del Golfo de Venezuela con el Lago de Maracaibo UBICACION ASTRONÓMICA1ø08' Lat. N 71ø32' Long.W.10ø51' Lat. N. 72ø48' Long. W. LIMITES: Norte: Golfo de Venezuela. Este: Golfo de Venezuela. Sur: Bah¡a El Tablazo Oeste: Municipio Páe SUPERFICIE: 139 Kms2POBLACIÓN: 13.384 hab.DENSIDAD: 74,7 hab./Kms2PARROQUIAS: 2 En homenaje al héroe que se batió con el caudillo español Francisco Tomás Morales, nace en 1989 el Municipio Insular Almirante Padilla que forma un archipiélago al noroeste del estado Zulia, justo a la entrada de la Barra del Lago de Maracaibo. Lo integran las islas Toas, San Carlos, Zapara, Pescadores, Pájaros, Pedro Colina, San Bernardo; y los islotes Maraca, Bajo El Frío, Los Bajos, Los Gusanos, Zaparita, Juan Zenón y Camargo. Es puente natural entre el Golfo de Venezuela y el Lago de Maracaibo y ocupa una superficie de 139 kilómetros cuadrados. Sus parroquias son Isla de Toas, con sede en El Toro, su capital; Monagas, cuya sede es San Carlos. Su riqueza fundamental es la pesca, aunque en Isla de Toas se ha realizado la explotación de calizas en alto grado desde la ‚poca de la colonia. Actualmente, es la actividad que genera el mayor número de empleos en el rea. Zona costera por excelencia, posee adem s algunas joyas arquitectónicas, como el Castillo de San Carlos, y hermosos paisajes y playas, que lo hacen apto para el fomento del turismo. La temperatura media anual es de 28 grados cent¡grados, posee suelos arenosos y por su territorio no corre ningún curso de agua. En esta zona abundan los manglares y la enea.

el Manantial de el Manzanillo

En la Isla de Toas entre la Cantera del Norte y el Taparo, se encuentra " El manatial del Manzanillo donde el agua brota de manera natural al pie del cerro.En el pasado servía para el consumo humano y para la fabricación de tela y ladrillo . El general Vicencio Pérez Soto, presidente del estado Zulia en ese entonces, visitó el lugar y ordeno la construcción de uos muretes de concreto que sirvieran de protección y amacenamiento para este reservorio de agua. esta construcción aun existe, pero por concesiones otorgadas por el Consejo de Mara la vida de este histórico manantial estuvo en peligro de ser destruido por la explotación de Piedra Caliza, característica d ela isla. El alcalde del municipio Almirante Padilla para 1992, El sr. Alciro Pereira Parra, contrató los servicios del escultor italiano Gionni Vitti Doloroso, con la finalidad de esculpir una imagen de 3 metros de altura de la Virgen Maria para colocarla en el cerro, en una gruta natural.

El motivo de la medida tomada por el alcalde fue la de proteger el manantial y construir en él un campo de recreación y de recogimiento espiritual. Esta obra no fue ejecutada, pero allí está la idea... hoy en día la zona esta siendo equipada para la práctica de Escalada en Roca esto contibuye más a la conservación de este secreto toense y nos acerca a la construcción del parque.

El Torreon de Zapara

El Torreon de Zapara

El primero fue bautizado con el nombre de Castillo de Santa Rosa de Zaparas, su construcción se inició dos veces gracias a la inclemencia del oleaje del Golfo de Venezuela. Fue terminado en 1684, y al igual que en el caso del Castillo de San Carlos, el ingeniero Francisco Ficardo fue quien avaló su operatividad. Tuvo que ser rodeado por empalizadas para protegerlo del fuerte oleaje, mas sin embargo, las aguas hicieron de las suyas con las obras y lo mismo con el Castillo.

Interinamente, se construyó un fuerte a 130 varas del Castillo de Santa Rosa de Zaparas, que estuvo en servicio por unos doce años.

La inclemencia de las olas había acabado con casi toda la estructura del Castillo, así que se construyó otro castillo que esta vez llevaría el nombre de Nuestra Señora del Carmen y Santa Rosa de Zapara, que probablemente haya sido abandonado poco antes de la Independencia.

Morgan y Pedro El Picardo tomaron el primer Castillo que se edificó en Zapara, y fue allí donde después se enfrentaron a las tropas españolas, aunque finalmente los piratas lograron salir fuera de la barra del lago de Maracaibo, cargando con los botines del saqueo a Maracaibo.

En Zapara estaba apostada la escuadra española que se enfrentó a su igual patriota comandada por el Almirante Padilla, que dio a Venezuela el triunfo definitivo de Independencia en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.

Reconstruido y medianamente restaurado sólo quedan algunos vestigios del Castillo de Nuestra Señora del Carmen y Santa Rosa de Zaparas, desde cuyo torreón se siente la misma brisa imponente de las aguas donde se selló nuestra independencia.

Castillo de san Carlos

Castillo de San Carlos de la Barra Esta fortificación se edificó en el siglo XVII para proteger y guarecer la entrada a la Barra de Maracaibo, una de las principales y estratégicas ciudades de la región por la facilidad de acceso que ofrece a las ciudades de los Andes. Durante este período, los ataques e incursiones de piratas y corsarios eran muy frecuentes, razón por la cual las principales ciudades contaban con sus mecanismos de defensa. El Castillo de San Carlos de la Barra es un castillo ubicado en el estado Zulia, Venezuela. Fue construido en el siglo XVII en la entrada de la barra de Maracaibo para proteger el paso que conecta el Lago de Maracaibo con el Golfo de Venezuela. En la epoca en que se construyo Maracaibo había sido atacada y saqueada varias veces por piratas.

En 1823 el castillo que se hallaba ocupado por los españoles fue atacado y ocupado por la escuadra patriota comandada por el Almirante José Prudencio Padilla en lo que se conoce como el Forzamiento de la Barra de Maracaibo y que permitiría a la escuadra patriota entrar al Lago y enfrentarse a los españoles en la Batalla naval del Lago de Maracaibo.

El castillo siguió siendo usado para usos militares aun cuando ya se encontraba obsoleto para mediados del siglo XIX. Durante el bloqueo naval impuesto por las potencias que reclamaban el pago de la deuda, los alemanes trataron de forzar la barra el 21 de enero de 1903 con los cañoneros "Viñeta" y "Panther" pero fueron repelidos por las baterías del Castillo comandadas por el General Jorge Antonio Bello.

Durante la dictadura de Juan Vicente Gómez el castillo fue usado como una prisión para sus adversarios políticos.

En 1965

El Castillo de San Carlos fue declarado Monumento Histórico Nacional. Este histórico lugar, que constituye una joya de la arquitectura militar colonial, fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1965. Actualmente está recuperado y ofrece al visitante la información necesaria para que conozca los hechos interesantes que allí se vivieron. Dirección: Al norte de Maracaibo, vía San Rafael del Mojan. Municipio Almirante Padilla en la isla de san carlos Se puede acceder tomando la lancha o el ferry a la Isla de San Carlos. Igualmente, se puede llegar con carro con doble tracción por la orilla del Lago desde Caimarechico.

Isla de Toas Donde Nacio el Nombre de Venezuela

La historia oficial está hecha de olvidos, evasiones y no pocas mentiras। Una corriente historicista borró del nombre de Venezuela los rasgos localistas e impuso una visión abstracta, irreal, fantástica. Fue más fácil pensar en Américo Vespucci y en la Pequeña Venecia, que en el Bachiller Martín Fernández de Enciso. Para todos, el nombre de Venezuela nació en el Lago de Maracaibo, pero las versiones difieren: unos afirman, con los cronistas del siglo XVI, que nació de la nostalgia y la imaginación de Américo Vespucio, otros que viene de una voz indígena, “veneciuela”, y que así apareció en el que a la postre contendría el primer mapa de Venezuela, el portulano o Carta Universal de Juan de la Cosa.

La versión oficial

La historia que todos conocemos la contó, entre otros, el cosmógrafo-cronista Juan López de Velasco: “Llamóse esta provincia Venezuela por la similitud que tiene con Venecia una población que está en medio del Lago de Maracaibo, puesta sobre el agua, encima de una peña llana”. Fray Pedro de Aguado, por su parte, así la refiere: «Y pareciéndoles a los españoles que por habitar estos indios de este lago en el agua de la forma que he contado eran en alguna manera semejantes a los moradores de Venecia, pusieron por nombre a la Provincia Venezuela». Todos los que manejan esta versión aseguran que en la expedición comandada por Alonso de Ojeda venía el florentino Américo Vespucio, el mismo que le dio el nombre al continente entero: "Encontramos una población –escribió éste- fundada sobre el agua, como Venecia; eran cerca de 44 habitaciones grandes, en forma de cabañas, sostenidas sobre palos muy gruesos, con sus puertas de entrada a manera de puentes levadizos, y de una casa se podía ir a todas, pues los puentes levadizos se tendían de casa en casa".

La historia la escriben los vencedores

Esta historia tiene razones para ser la más contada, entre ellas, porque responde a una forma de vernos y de ser vistos europea o eurocéntrica. Lo dijo claramente Arturo Úslar Pietri: “La Venezuela que poseemos y conocemos comienza por ser una realidad vista desde fuera”. Además, el nombre y el que nombra son como uno solo. Otra razón proviene directamente del proceso de conquista y colonia. En efecto, el conquistador nombra y al nombrar posee, por eso cuenta a sus dominados su versión de la historia, que el dominado confunde por las buenas o las malas con la suya propia y a la que termina por rendir veneración y proteger con celo. En nuestro país el maestro de escuela repite a veces con candor y sin saberlo a Fray Pedro de Aguado, a Juan López de Velasco o a Arturo Úslar Pietri, cuando éstos afirman que el país lleva el nombre que le puso un florentino enamorado de su tierra, sin saber que esa versión justifica el desarraigo, el surgimiento de una identidad nacional equívoca, semilla de la globalización y el neoliberalismo y caldo de cultivo para una nación donde el expolio será aplaudido. Es la versión que nos enseñó a mirar con ojos de futuro hacia Europa y hacia el Norte y a nosotros y a lo nuestro con desdén. Sería “Venezuela” un nombre sin referente cierto, una frase feliz que hasta el mismo Vespucio olvidó, una palabra que despuntó entre otras como un milagro, una sorpresa, una revelación. Esta es la versión de la Venezuela letrada, la de los intelectuales más preclaros, los criollos que construyeron un país donde el indio y sobre todo el mestizo aparecen como un accidente genético, una mezcla confusa que hace detener y echar atrás los avances del progreso.

La otra historia

Jiménez Maggiollo (Maracaibo, 1929) afirma que el único veneciano que venía en la expedición de Ojeda era un oscuro Nicolás y no el famoso Américo Vespucio. Quien sí venía, y pocos nombran, era el Bachiller Martín Fernández de Enciso, autor de la “Suma de Geografía”, el primer libro impreso que habla del Nuevo Mundo. Allí cuenta que, del Cabo de San Román, navegando en el golfo, llegaron a un sitio cerca de tres islotes, y que entraron en otro golfo pequeño y “allí cabo cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela.” Juan de la Cosa (Santoña, España 1460 h. – Turbaco, América 1510), que iba en la histórica expedición, al apuntar este nombre lo hace con la “ç” o cedilla que se usa para Curaçao y que nosotros castellanizamos con la zeta. El nombre de nuestro país surgiría entonces de la conjunción de la ortografía castellana y de un espacio y una voz indígenas. El antropólogo e historiador Emanuele Amodio (quien reside en Venezuela desde 1987), concluye en su trabajo de investigación “El lago de los sueños. El Lago de Maracaibo en la cartografía y cronistas tempranos (1499-1540)”, publicado en la Revista de Ciencias Humanas y Sociales en enero de 2005, que sólo pudo ser en 1502 y no en 1499, como reza la versión oficial, cuando Ojeda navegó por el lago al que llamó San Bartolomé por extensión del puerto que localizó y nombró en el primer viaje, un 24 de agosto. “De hecho, dice, si en el primer viaje hubiera llegado por lo menos a la isla de Toas, se hubiera percatado de que el agua se volvía dulce y, por ende, que se trataba de un lago o de un grande río, como ya había sucedido a Colón en el viaje al delta del Orinoco.” Amodio responde, además, a una frase del Hermano Nectario María (Hyelzas, Francia 1888 – Caracas 1986) que denota la imprecisión y la precariedad del onomástico que ahora recordamos: “Visto que el sitio de Veneciuela se hallaba, según la carta de la Cosa, inmediato a la Barra, apuntamos la particularidad de que probablemente el descubrimiento de Veneciuela y el del Lago de Maracaibo coincidieron en el mismo día, el 24 de agosto de 1499”. Tiene razón Amodio: ¿sobre un “probablemente” es responsable sostener y celebrar el resabio de una “fecha histórica”? Otro que desacata la versión oficial es el escritor toense Alciro Pereira Parra (Las Palmitas, 1941) en su libro “Historia viva del Municipio Almirante Padilla” (2002), en el que sostiene que no fue Zapara, isla formada por médanos movedizos, la peña grande avistada por la expedición de Ojeda como lo reafirma el Hno. Nectario María, sino precisamente Isla de Toas, la parte más sobresaliente del Lago y que en lengua paraujana se nombra “Mi ojo”. De modo que sería esta isla, rica en piedra caliza y arrasada y olvidada como lo fue la Cubagua de las perlas y durante todo el siglo XX la Costa Oriental del petróleo, la simiente y raíz del nombre de la Patria.

516 años de resistencia indigena

Resulta misterioso, como todo fruto del lenguaje, que entre los nombres haya logrado despuntar “Venezuela”, la voz indígena. Una versión mestiza queda sugerida: en la palabra “veneciuela” resonó el viejo mundo. No sólo un nombre metonímico producto de una visión aislada y europea que nombra lo desconocido a partir de lo que conoce, sino una voz nueva (para el idioma de los conquistadores) que se abrió a los recuerdos de Europa, aunque también, pese a los esfuerzos de los historiadores amantes de los tiempos de la Colonia, a la memoria que sobrevivió al genocidio, la explotación y el olvido. Como si ya desde el solo nombre el país portara el signo de la resistencia. Mas de tres siglos de explotacion en isla de toas “La Corona española –nos cuenta- ordena a los alcaldes ordinarios Gaspar de Parra y Argüello que describan el Lago de Maracaibo. En esa descripción, ellos dicen que al norte de la laguna está una isla que los nativos llaman To’u (Isla de Toas), donde hay piedra caliza que muy bien se puede extraer para hacer edificaciones más sólidas y proteger la laguna; eso fue en 1529. Pero vienen finalmente a explotar los cerros en 1643, para mí la fecha de fundación del Municipio. Entonces ordenan al español Diego Espina hacer caleras en las riberas de la isla y comenzaron a explotar los cerros, aunque ya se había dado a explotar una parte por orden del Virreinato de Santa Fe de Bogotá a una familia que se introdujo en Maracaibo, y viendo ellos la necesidad de hacer un hospital construyeron lo que sería el Hospital Central, al lado construyeron La Ermita de Santa Ana, ese fue el primer pedazo que le quitaron a los cerros de Isla de Toas. Estoy hablando del año 1608. Luego, donde está hoy el edificio de la Caja de Ahorro de los Educadores, frente a la plaza Bolívar, estaba el cementerio de niños que también fue hecho con tierra de acá, y al lado, donde está el restaurante Las Palmas, estaba el cementerio de adultos. Todo eso fue demolido. Con los cerros, en 1610, construyen la Catedral. Antes se había construido la de Cristo de Aranza, que es la más antigua. Pero la verdadera explotación comenzó en 1643 con Diego Espina cuando empiezan a extraer la piedra para la construcción de las cinco fortalezas que se levantan en Zapara, para las dos en San Carlos, y para todas esas construcciones de la Colonia que tienen ustedes en Maracaibo, en los Puertos de Altagracia, en el Sur del Lago, en Gibraltar, en Mérida, en Trujillo, porque las piraguas llevaban cal y piedra hacia los puertos de La Ceiba y Gibraltar”.

Un símbolo de la destrucción “Yo digo que nosotros tuvimos una maldición, porque los españoles no dejaron aquí ninguna obra colonial. Lo único fue lo que yo llamo el símbolo de la destrucción: un horno de cal. Todo lo repartieron a otras partes y es lo mismo que está ocurriendo ahora con las compañías que están explotando la piedra. Todo este producto que ustedes ven allí en Maracaibo, no solamente de la Colonia, sino también de la época republicana, hoteles como el Granada donde cantó Carlos Gardel, en todas esas edificaciones que ustedes ven ahí, la construcción es diferente a la actual, y es porque están hechas con lo que se llama hormigón. ¿Qué es el hormigón? una mezcla de cal, arena y agua. Y entonces esa cal llevada a los puertos de Maracaibo era más resistente, ese hotel que está ahí en ruinas y que debían recuperar, está viejo pero no agrietado, todas las construcciones de ahora se agrietan, entonces yo le estoy diciendo a mi esposa, vamos a hacer nuestra casa de hormigón, cal y arena, como hacían los españoles. Nos dejaron, pues, el símbolo de la destrucción, el horno de cal. Aquí solamente quedan tres, dos en el caserío Las Palmitas, de 1845, y uno en El Toro, el más antiguo, que data de 1840.”

Victor Alvarado

Entrevista que le hiciera el periodista Jose Javier leon El cantor de la isla

El 28 de diciembre de 1938 nació este hijo ilustre de Isla de Toas. Merecedor de numerosos reconocimientos, acaso tenga el mejor de todos: el cariño de su pueblo. Durante más de cuarenta años de carrera artística ha sido fiel exponente de la música zuliana, de la danza, la contradanza, el bambuco. Cantó boleros e incursionó en la gaita. Pero sobre todo, conserva intactos la risa, el amor a la vida y el calor de la amistad.

Soy Víctor Alvarado Vílchez

“Para mí es un honor decir que nací en Isla de Toas, porque me gustaba y me gusta la música, quería cantar y llevar el nombre de ella por todas partes, Dios me concedió esa dicha y como Isla de Toas es música, porque allá por el cielo de la isla camina la danza, el bambuco, la gaita, a mí me gustaba cantar la música mía, la música que se hace en la Isla, el bambuco playero. “Canto a mi Toas”, “Isla de Toas”, “Amanecer en mi Toas”, “Mi Diosa Toas”, yo todo se lo canto a mi tierra.”

Yo quería ser médico

“Mi papá fue un hombre trabajador, luchador, pescador. Labraba la piedra, era jornalero en las canteras de Toas y eso era muy mal pagado, sin embargo mi papá no desmayaba. Él decía: tengo dos hijos médicos y un cantor. Yo quería ser médico, pero Dios me dispuso otra línea, tú vas a ser cantor, vas a llevar el nombre de la isla por todas partes. Siempre me gustó la música y en un día de tantos, sin esperarlo llegó un conjunto a la isla”.

Empezó la música

“El conjunto que apareció en la isla era el de la cervecería Polar, yo estaba en mi casa descansando y se aparecieron un poco de muchachos amigos míos y familiares. Víctor te tenemos un pollo, pero yo no sabía qué pollo era, yo creía que era un hervido, y resulta que era otro cantor, llanero, cantor de música recia, se llamaba Pedro Emilio Sánchez, un coplero de allá de El Baúl, de Cojedes. Entonces con la necedad de la familia me dijeron que cantara, pero yo no sabía canciones, no sabía tocar cuatro ni guitarra, después fue que aprendí lo básico de esos instrumentos. Me dijo un poco molesto el director del grupo, mirá y qué música sabes tú y yo le dije, venezolana, cántame algo, le dije, me sé una canción que la he escuchado mucho en las rockolas (estaban Mario Suárez y Juan Vicente Torrealba en su apogeo), canté “Para ti mujer llanera…” y me dijo, ese es “Mis pasajes” y “Mujer llanera” y, qué tono es, Dios mío ahora recuerdo que es un Si Menor y entonces puso en el arpa el Si menor, Re con Si, y empezó la música. Cuando sentí el sonido del arpa (primera vez que la veía, hermano querido, qué emoción) taran tan tan tata tan taran tan tan y comencé a cantar, era tanta la alegría que se me olvidaron los versos y canté un pedacito, sin embargo el hombre me vio condiciones y me dijo, mira Víctor Alvarado ¿quieres cantar con nosotros?, chico, la verdad es que tengo que tener el permiso de mi papá, yo no tenía 18 años todavía, yo era un muchachito, bueno como estoy todavía (risas), y entonces me dijo te vas a ganar dos mil bolívares mensuales, bueno, yo que nunca veía dinero y veo al mes dos mil bolívares, un dineral, y me quedaban completicos porque en ese tiempo yo no tomaba licor, nada de eso, lo que siento es que no la conocí a ella (a su esposa Zulia) en ese tiempo.”

El Cantor de la Isla

“Esa misma noche me vine para Maracaibo, me vine con el conjunto, tenía dos mil bolívares que me iban a pagar, me adelantaron como que fueron 100, estaba rico, me instalé en una pensión aquí en Maracaibo, pero siempre con mi música, la música que se perfila en Isla de Toas, en Padilla, y le dije al arpista, chico, yo quiero montar unas canciones. Qué vas a cantar, “Canto a mi Toas”, y qué ritmo es, chico no sé, debe ser como una danza, un bambuco, y cómo es, taca tata ca…, esa es una danza, un bambuco y por qué no cantas otra cosa. Sin embargo, a la semana ya teníamos 12 canciones montadas. Cantamos en Radio Popular, en La Voz de la Fe, ahí me conseguí con el padre Vílchez, él me dijo (no me conocía, no tenía yo la alegría de conocer a mi amigo el Padre Vílchez, que hizo una labor extraordinaria en Isla de Toas, evangelizó a mucha gente allá, yo fui uno): “Tú te llamarás el cantor de las canteras”, no me gustó, o “el trovador de las canteras”, yo veía un choque muy fuerte, pero entonces cuando fui a Caracas me llega Mario Suárez, mi compadre, después llevó el hijo mío a confirmar, a Víctor Javier, el mayor, tú serás Víctor Alvarado el cantor de Isla de Toas, y así aparezco en la identificación de la cédula musical.”

La Billo’s

“En Santa Marta conocí a Felipe Pirela, a Cheo García, y el maestro Billo quería que yo cantara boleros con ellos. El maestro era una persona muy simple, muy humilde, me gustaba el tono de su voz, muy pausado, muy tranquilo. Tú cómo te llamas, Víctor Alvarado, y de dónde eres, maestro yo soy de Maracaibo, estado Zulia, de Isla e’ Toas, y dónde queda eso, a la salida de la barra de Maracaibo. Chico, toma esta tarjeta, búscame en Caracas que yo quiero que cantes conmigo. Pero al fin yo no le paré mucho, porque yo veía que lo mío era la danza, yo quería el arpa, yo amaba el arpa.”

Grupo Palmarital

“Entonces me conseguí con una llave muy especial, una copla con el Moján, con Mara. El Moján me prestó todos los músicos, arpa, cuatro, maraca y el contrabajo, Ángel Quintero, Roy Almarza, Atilio Navea, José Chacín y Víctor Alvarado. Hicimos el encuentro Toas con Mara y le echamos pichón a esa vaina. Hicimos música no para comercializar sino para llevarla a todas partes. Cuando yo llevaba mi música a Boconó, a Oriente, y decía voy a cantarles “Canto a mi Toas, ojos verdes”, la gente se quedaba como extrañada porque ese ritmo era muy raro, no era muy aceptado, pero yo dije “algún día tiene que calar”.

Yo no miraba el dinero

“Todo eso que ves en la pared (diplomas y reconocimientos), todo eso me lo he ganado con los gritos, gritándole a la vida que la quiero. Después que comencé a cantar con el grupo Palmarital del Moján me buscó gente que me decía quiero ser tu representante, pero era para llenarse los bolsillos, entonces dejaban la música mía aparte y lo que estaba en la mira era el dinero. Yo no miraba el dinero, para qué, yo quería mi música. Entonces me dije voy a hacer canciones e hice como cien, pero las grabé con el conjunto Palmarital del Moján.

En una velera un marinero a solas

“Estaba yo en Los Puertos de Altagracia sentado en la orilla, me dejaron solo porque quien me llevó se había ido a Mérida. Me senté y ví la isla clarita, me dije “qué bella es mi tierra, si tuviera un pincel….” Sin embargo, busqué un pedazo de papel y un lápiz y escribí “Mi Diosa Toas”: “A orillas de mi Lago sentado me encontraba, no sé cuántos momentos meditando pasé, de pronto desperté de ese importante viaje y en sueños de oleaje la silueta plasmé. Eres la linda Diosa que sonriente se baña y de noche pestaña y, embriagada por las luces, embriagada de amor, la brisa se anunciaba, con encajes bordaba, ella que dormitaba al compás de las notas de una bella canción, un hijo de tu seno sentado en su canoa y balanceando al viento el gran canto a mi Toas.”

Nigale

En el actual estado Zulia nace Nigale aproximadamente en 1565 y su nombre se traduce como “el bueno” en su lengua añú. En aquellos tiempos de historia escrita con la sangre aborigen y la insaciable, salvaje, ciclópea, depredadora e invasora avaricia europea, la nación añú estaba compuesta por familias añú, aliles, toas, parahutes, paraüja, mohanes, zaparas, auzales y arubaes que ocupaban los actuales municipios Maracaibo, Mara, Insular Padilla. En julio de 1569 setenta y siete años después de la primera vez de la entrada, invasión y saqueo de los Reyes de España, Colón y sus secuaces al continente tan escondido como el Lacio (región de roma donde se escondían los Dioses), se produce la segunda oleada invasora de la que bautizarían como ciudad Rodrigo, la hoy conocida como Maracaibo. Ordenada por Pedro Ponce de León, la empresa recayó en el capitán Alonso Pacheco residente de la ciudad de Trujillo, junto a vecinos de esa población y de Mérida parte desde Juruara del territorio de los aliados indios Moporo en la costa oriental del lago. Pacheco nació en ciudad Rodrigo en España y así también le asigna nombre a su empresa de ocupación. Casas sólidas de piedras porosas, varas de mangle, arcilla cocida para los techos unido todo por argamasa. Posesiona como alcaldes a Juan de Morón y a Francisco Camacho, este último fue encargado de atacar junto a Miguel Trejo a los pueblos Parahutes (aliles) conducida por Tomaenguola y el pueblo Cupari respectivamente. De sus incursiones incendiarias obtuvieron la materia prima esclava y se quedaron con algunos, los más fueron llevados al mercado de Coro con una V marcada a fuego en su quijada (el plan V). Allí en la empresa diezmadora y esclavizante de los añú, fue capturado y sometido, cerca del territorio de Mohán, Nigale y su madre. Ella negó ser la madre y él el hijo a la familia del mismísimo depredador Pacheco, domicilio en donde fueran asignados, para no ser separada del niño. La inserción resultó nefasta, pues el infante Nigale aprendió el idioma extraño y se convirtió en fuente de información para los de su pueblo. Al aprender el idioma invasor se convierte en pieza importante para la reconquista añú. Los informes del espía Nigale sirvieron para desmontar el apoyo que venía desde allende Río Hacha a buscar a unos negros cimarrones y a darle a poyo a ciudad Rodrigo, veinticinco hombre apertrechados y bien armados, víctimas de una emboscada en la estrechura del río Macomite, lugar de agua dulce escogido para refrescarse y reacondicionarse, que contrastaba el árido paisaje atravesado el territorio guayüü de Woumain y Karrouya. Tras haber sido sometidos a esclavitud en las treinta casas de ciudad Rodrigo (actualmente Maracaibo), “el bueno” (Nigale) quien junto a su madre fueron capturados en un ataque repelido en desventaja por la nación añú, anhela la libertad propia y de su gente. En aquel episodio nefasto murió su padre, herida que marcaba su tristeza. Repetimos, sirve como esclavo en la mismísima casa de Alonso Pacheco, el depredador, negaron su nexo familiar él y su madre para permanecer juntos y es el compañero de juego del hijo mayor de Pacheco. Ahora las cosas cambiaban, sumada una derrota aplastante del equipo de refuerzo abatido en una emboscada en el río Macomite. Ahora en noviembre del año 1573 el pueblo añú vuelve al rescate de todos sus compatriotas esclavizados. Unas de cien canoas con todo el pueblo añú partieron de la isla de Toas rumbo a acabar con la invasión con un frenético remar navegaron hombres, mujeres y niños. Rumbo a la retoma de su territorio se cargaron de piedras, macanas de mangle, buches de alcatraces contentivos de curare, arcos de curarire y flechas como en ningún episodio de su historia. La isla desde sus montañas le sirvió sus piedras que más tarde le servirían a la construcción de la moderna Venezuela. Bajaron lejos las mujeres en la aún oscura madrugada, con las piedras, para alcanzar al occidente del poblado a pie. Una vez llegadas se convirtieron las mujeres en nubes y dejaron caer una lluvia de piedras que golpeaban las casas, despertaron y confundieron a los invasores rodriganos. Al tratar de salir a responder el pétreo ataque, desde el lago otra lluvia los bañó, esta vez de innumerables flechas con fuego y curare provenientes de la primera fuerza armada naval venezolana referida en la historia, los hombres añú desde las canoas. La infantería de marina tirapiedras se retiró a los matorrales en donde se reunieron con los esclavizados quienes escaparon de su sometimiento aprovechando en pleno la confusión. Los añú son liberados y se regresaron a tierras del piache Mohán, cerca del río Macomite (Socuy). Ganó liderazgo Nigale y con la primera fuerza armada naval venezolana creó un foco de resistencia basado en el hostigamiento junto a otro guerrero de agua, Telinogaste. Estos episodios dieron al traste a la ciudad Rodrigo, derrotado y cabizbajo Pacheco regresa a Trujillo, sin ánimo de resistir ni esperar a sus vecinos, gana la mala fama entre los españoles y sus gobiernos. Pedro Maldonado en otra empresa de conquista, retoma la ciudad destrozada y llena de vegetación y animales, sacados a fuego, no así el recuerdo. La bautiza ahora como Nueva Zamora de la laguna de Maracaibo, instaurando el terror, un régimen inclemente de ataque a los poblados autóctonos, sembrando destrucción, matando y esclavizando a los capturados con pocas lesiones. Define este nuevo terrorista la ayuda, traslado y protección a los facilitadores indígenas de Moporo y Tomoporo. Maldonado en 1577 es depuesto tras un juicio por el fusilamiento de un soldado portugués. Le sucede Juan Guillén otro infame terrorista, hasta 1581 cuando muere flechado en acción en Sira´maike (actual Sinamaica) por los aliles añú. Este período marcó un auge europeo en la región, con la creación de otros poblados y el aniquilamiento de un pueblo indígena diezmado por la acción de los ejércitos colonizadores. Pasa al mundo de los espíritus en 1598 la madre de Nigale, época de rendición de los wayüü. Ocupaban las armadas navales añú las islas del norte del lago y la laguna de Oribor (conocida equívocamente en actualidad como laguna de los Olivitos). Sus canoas flecheras cual meteoritos inundaron de fuego a los barcos españoles convirtiendo a la laguna de Maracaibo en un inmenso campo de batalla. “El bueno” comandaba orientando su estrategia encimado en las montañas de la isla de Toas, serenado por el rugir del mar de los caribes en la islas de San Carlos y Zapara o engalanado de la inmensa diversidad de naturaleza de la laguna de Oribor. Las fuerzas armadas añú y su almirante hicieron mella en la cultura invasora, en su comercio. Igual acción en el sur del lago hacían los barí. Alrededor de 1606 los traidores de Moporo y Tomoporo sienten la incandescente inclemencia de las saetas provenientes de unas ciento cincuenta canoas, referida históricamente en una petición de ayuda del cabildo de Nueva Zamora al gobernador Sancho de Alquiza. Este toma en cuenta la petición y nombra al hijo primogénito de Alonso Pacheco, aquel invasor humillado por los añú, Juan Pacheco Maldonado. Trujillano de nacimiento, Juan quien como niño pasó un lustro en ciudad Rodrigo al lado de Nigale y otros esclavos añú, creyó conocer su cultura y creencia. Los consideraba a los añú los indios más peligrosos de la región, aguerridos, pertinaces, perseverantes y con capacidad de resurgir “como el ave fénix”. Además eran la fuente de la vergüenza familiar y se le daba una buena excusa para reivindicar su apellido. Pacheco Maldonado recibe su título de Sargento Mayor el 13 de mayo de 1607, que lo autoriza a matar y destruir a los poblados, gente y armada añú, es enviado a Nueva Zamora como gobernador provisional. Padecía junto a sus vecinos y otras poblaciones andinas el desabastecimiento externo, las fuerzas armadas navales añú cortaron todo tipo de atención logística con la destrucción de los barcos que entraban a la laguna de Maracaibo con sus flechas meteóricas, untadas de mene que encendían. Atendió su empresa sin tregua, con la tradicional razia contra los añú, la cual comenzó con la sangrienta batalla de Parahute, matando unas doscientas personas indígenas, atrapando unas doscientas más. A sus caciques que ellos mismos bautizaron como Juan Pérez Mataguelo y Camiseta, los ajusticiaron en la plaza mayor por los delitos de la destrucción de Moporo, Tomoporo y Ciudad Rodrigo. Los demás nuevamente fueron tatuados al fuego y vendidos en el mercado de esclavos. La destreza del destructor, del mundo indígena y movido por su sed de venganza, hizo del conocimiento que el liderazgo de las fuerzas añú recaía en Nigale, aquel muchachito con quien jugó en su casa de ciudad Rodrigo. Nigale por su parte y pasado de ingenuo, no consideraba a los de Trujillo como un peligro por ser de otras tierras diferentes a su nación añú. Estas dos condiciones tramaron el engaño a “el bueno”, haciendo cita para recordar viejos tiempos y establecer una línea de trabajo amistoso, cuya locación fue en este de la isla de Zapara. Debían ir sin armas con solo veinticinco personas. Los de Pacheco usaron sus vestimentas exuberantes para esconder las armas cortantes (puñales espadas, y dagas) y al norte de esa isla sigilosamente desembarcó el resto del pelotón con todo tipo de armas tras una burda treta que desenmascara una emboscada en la isla de Zapara. El 23 de junio de 1607 Nigale llegó con hombres, mujeres y niños desde la laguna de Oribor sin saber aún que iba en busca de una masacre. Los mosquetes, espadas, puñales dieron cuenta de los acompañantes del almirante añú. Nigale, “el bueno”, es capturado junto a once guerreros y es enjaulado en la plaza mayor de Nueva Zamora para recibir escupitajos, pedradas y palazos de los neozamoranos. Muere el 26 de junio de 1607 en la horca, sellando así la conquista al haber eliminado el último reducto de la resistencia indígena. El año que viene ya serán cuatrocientos años de su muerte. Propongo al presidente Chávez, al ministro de cultura Farruco, a todos los venezolanos designar 2007 año de la resistencia indígena, año de Nigale y yendo más allá deberíamos conferir el título de Almirante a este personaje quien dominó por varios años el lago de Maracaibo con canoas armadas. Sin embargo ya hay un logro, el presidente Chávez ya acarició en su lenguaje el nombre de Nigale. Hoy nuestro presidente Chávez ha decidido que la vía alterna, el segundo puente sobre el lago, lleve su nombre y lo acompañamos en la idea que el municipio insular (Isla de Toas, Zapara, Maraca) lleve su nombre en sustitución de Padilla quién fue condenado por ser culpable por intento de magnicidio en la persona de Simón Bolívar en 1830. (Basado en el libro “El cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo” de Ydelfonso “Choncho” Finol)